2. La toma de conciencia de tu situación actual.
El proceso de coaching va dirigido a ayudarte a que despliegues todo tu potencial y rindas al máximo de tus posibilidades en todo aquello que reclame de tu intervención decidida debe empezar, necesariamente, por la toma de conciencia de dónde estás, cuál es tu situación actual real, qué es lo que te ha llevado hasta esa situación y qué es lo que te está impidiendo rendir al máximo y encontrarte plenamente satisfecho con tu vida, porque al final, lo queramos o no, somos personas, y por tanto, sólo podremos dar lo máximo de nosotros, profesionalmente, si vivimos conforme a principios acordes con nuestra propia naturaleza humana, y si encontramos la forma de trasladar a nuestra actividad profesional aquellos valores personales cuya observación nos reporta verdadera felicidad.
Para mejorar tu rendimiento resulta preciso, pues, que te preguntes cuál es el puerto del que zarpas, pues de otro modo difícilmente podrás adoptar las medidas que te permitan llegar a tu puerto de destino, que es ser tu mejor tú. Hasta que no tomes conciencia de tu situación actual, difícilmente podrás identificar lo que haces bien, lo que haces mal, lo que te da resultado y lo que debes hacer para mejorar. De igual modo que un barco que quiera llegar a algún punto deberá tener presente cuál es su puerto de partida, para poder fijar el rumbo que le lleve a su destino, tampoco tú podrás llegar a tu meta de mejorar tu rendimiento si no eres consciente de cuál es realmente el punto del que partes.
Y en esa toma de conciencia de tu situación actual, que te permita iniciar un camino de mejora de tu rendimiento profesional, resulta fundamental que analices cuáles son tus niveles de energía; con qué vitalidad llegas al trabajo, y con qué fuerzas te mantienes durante la jornada, y cuál es la predisposición con la que sueles llegar a casa para asumir el resto de tus obligaciones. Al igual que los atletas necesitan encontrarse en óptimas condiciones para rendir al máximo, tú también necesitas encontrarte pletórico para rendir al máximo en todo aquello que realmente te importa.
Y a estos efectos, es fundamental, que al tomar conciencia de los niveles de energía con los que llegas al trabajo, de la vitalidad que mantienes durante la jornada, seas lo más objetivo y exigente posible.
Pues bien, en esa tarea, deberás prestar especial atención a qué historias te cuentas para justificar tu falta de fuerzas para acometer debidamente las tareas que debes abordar, tanto en el trabajo, o fuera de él, -pudiendo ser nefastas las consecuencias de llegar a tu casa sin la vitalidad necesaria para atender las necesidades de tus hijos o de tu pareja -, lo cual repercute, a su vez, en tu rendimiento profesional, porque lo quieras, o no, todo en guarda relación.
Todos nos contamos alguna historia para autocomplacernos, para autojustificar nuestra falta de rendimiento, pero a menos que tomes conciencia de que realmente no estás actuando con absoluta integridad e identifiques esas justificaciones de indulgencia, tu conducta seguirá siendo la misma, y por tanto, los resultados que obtengas en el trabajo y en tu vida personal seguirán siendo resultados insatisfactorios.
Así, es muy posible que tu peso y tu estado de forma disten mucho de lo ideal, y pese a ello, siguas sin hacer nada al respecto, pese a que ello compromete seriamente tu salud, tu rendimiento, y tu felicidad. Ello se debe, en gran parte, a que nos autoengañamos diciéndonos que nuestro deterioro o nuestra falta de fuerza, de flexibilidad, de resistencia, a todos los niveles, físico, mental, o emocional, es consecuencia, simplemente, de la edad. Sin embargo, más que cosa de la edad, ¿no será cosa de tu abandono? Si no haces el mismo ejercicio que antes, ¿de qué te extrañas si tu forma física no sigue siendo la misma? Si no disfrutas de tiempo con tu pareja, como antes, ¿de qué te extrañas si tu relación ya no es tan apasionada? Si no actúas de la misma manera que cuando estabas en plenitud, ¿cómo puedes esperar encontrarte pletórico?
¿Cuánto tiempo más vas a seguir justificando tu falta de integridad para actuar como debes actuar? ¿Qué historias te cuentas para justificar tu decadencia, tu abandono, y tu falta de rendimiento?
Enfrentarse a la cruda realidad y afrontar sus consecuencias es duro, entre otras cosas, porque afecta a nuestra autoestima, de ahí que nos inventemos todo tipo de historias para maquillar esa realidad. Sin embargo, enfrentarse a la realidad resulta imprescindible para poder mejorar.
Vuelve a fijar tus estándares altos y verás como tu vitalidad y tu rendimiento, recuperan niveles de excelencia que no disfrutabas desde hacía muchísimo tiempo.
Y en el mismo sentido, otro de los aspectos de los que debes tomar conciencia para poder mejorar tu rendimiento es el de los hábitos que tienes adquiridos.
Las personas somos seres de hábito por naturaleza. Tendemos a actuar según tenemos costumbre, conforme a nuestras rutinas; y así, tus hábitos provocan que actúes de una determinada forma, casi sin darte cuenta, produciendo, a la postre el resultado que obtienes en la vida.
¿Cuáles de los hábitos que tienes adquiridos piensas que favorecen tu rendimiento? ¿Cuáles por el contrario crees que te lastran en cuanto a tus posibilidades de encontrarte mejor y de rendir al máximo?, ¿Y qué hábitos de los que ahora tienes establecidos crees que deberías sustituir, con el fin de que no te frenen en la aspiración que tú mismo te has marcado de ser tu mejor yo?
Recuerda, sólo a través de la toma de conciencia de tu verdadera situación, y cómo afecta ésta a tu rendimiento serás capaz de tomar medidas que te permitan estar a la altura para la que has nacido. Para guiarte en todo este proceso está el coaching.
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